hache
i
erre
eme
be larga
erre
u
ce
hache
ene
e
erre
o HIRMBRUCHNER
o jimbrujner
o jimbruchner
o tantas infinitas maneras de decirlo y pronunciarlo, deletrearlo y repetirlo una y otra vez, tantas veces.
fastidiosamente por lo general.
cargar con semejante apellido es cosa dificil y no por ser uno de esos llamados de alcurnia sino por lo pesado que me resulta cada vez que me preguntan por él.
el hecho de deletrearlo me agota y si es por teléfono peor: allí hay que dar explicaciones del tipo eMe de María, eNe de Nora y por dentro una Pe de Pelotudo porque me lo preguntas si solo te estoy pidiendo un taxi. ¿es necesario?
en fin, he llegado a este mundo al pie de un árbol genealógico babilónico que incluye una mezcla de mestizos, yugoeslavos, alemanes, rusos, rumanos y etcéteras desconocidos,
personajes esparcidos por el planeta tierra y de cuyas vidas se han perdido el rastro.
me queda el apellido, ese talante, tan altisonante del cual no reniego pero que prefiero mantener en mi DNI.
por suerte mi nombre es un simple Carolina y gracias que no me pusieron segundo nombre, creo que hubiera necesitado un Anexo para el documento.
cuando arranco las clases, cursos o demases, ya veo transformarse la cara del profesor/a de turno luego de los gimenez y gonzalez...alli les aparece un codigo muchas veces indescifrable. Algunos, se arriesgan al ridículo. Otros, más vergonzosos, simplemente miran al estudiantado y dicen Carolina con un aire de resignación y sonrisa. Allí estoy yo, ya lista para responder, porque ya se que soy yo, lo he vivido infinitas veces.
Carolina, la del apellido difícil.